HISTORIA
El ALOE "la planta de la inmortalidad"
Considerando que a través de la historia, se ha tenido constancia que el ser humano ha basado su supervivencia utilizando los productos que le ofrece la Madre Naturaleza podemos decir sin temor a equivocarnos y por los testimonios encontrados en diferentes fuentes escritas, que el aloe vera ha sido uno de los mas aprovechados, no solo por sus beneficios curativos y cicatrizantes, también se le atribuyen beneficios cosméticos, paliativos, terapéuticos y una lista interminable de bondades. Por todas sus extraordinarias propiedades, el aloe es la indiscutible “reina de las plantas medicinales.”
En este corto recorrido que a continuación les compartimos, nos haremos una pequeña idea de la importancia que ha tenido esta planta desde que el hombre tiene conciencia.
Es originaria de África Oriental y Meridional, Los primeros testimonios fidedignos sobre el conocimiento del aloe por parte de la Humanidad se encontraron en EGIPTO y datan aproximadamente del 3000 a. de C., Muchos pueblos del mundo han utilizado el aloe vera; fueron precisamente los egipcios quienes dieron a conocer las virtudes del gel del aloe vera para tratar las infecciones de la piel. La primera referencia cosmética del aloe viene probablemente de Cleopatra, que utilizaba en secreto el gel de Aloe en sus baños de belleza.
Existen representaciones pictóricas que adornan algunas tumbas y monumentos funerarios, dibujos en los que se representa la planta del aloe, la noticia epigráfica más antigua que se conserva sobre el uso medicinal del aloe aparece en unas tablas de arcilla cocida procedentes de Sumeria que fueron escritas hacia 2100 a. de C. y en ellas se describen mediante signos cuneiformes las propiedades laxantes de la planta.
“El Libro Egipcio de los Remedios” (1550 a. de C.) es considerado como el primer compendio médico en el que aparecen fórmulas para la fabricación de elixires con el zumo de aloe.
A partir del siglo VI a. C. se usaba en la INDIA para acondicionar el cabello y mejorar el aspecto de la piel. Los hindúes creían que la planta del aloe vera crecía en los jardines del Edén y la llamaron "la curadora silenciosa”. En el libro indio llamado "Ayurveda" (considerado aún hoy como el libro de la ciencia de la vida o de la salud) es considerada una planta con unos excelentes efectos curativos.
Dijo Ghandi: "Me preguntabais cuáles eran las fuerzas secretas que me sostenían durante mis largos ayunos. Pues bien, era mi inquebrantable fe en Dios, mi sencillo y frugal estilo de vida y el aloe, cuyos beneficios descubrí tras mi llegada a Sudáfrica a finales del siglo XIX".
Los médicos tradicionales de la antigua CHINA la consideraron como una de las plantas con mayores propiedades terapéuticas y la llamaron "el Remedio Armónico”. Marco Polo descubrió también que los Chinos ya utilizaban el aloe Vera contra los males de estomago, así como para las urticarias y las infecciones cutáneas.
En el siglo V a. de C., en GRECIA, el filosofo Hipócrates (460-377 a. de C.), padre de la medicina moderna, alude en numerosas ocasiones al aloe en su Canon de Medicina, una gran enciclopedia médica de la que se conservan algunos tomos; Hipócrates revolucionó la medicina gracias sobre todo a la modernidad de su ideario, pensaba que “en la naturaleza había un remedio para cada enfermedad” y que no existía una dolencia tan grave que no tuviera cura, “para grandes males, grandes remedios”.
La obra de Dioscórides ejerció una enorme influencia en el mundo ÁRABE, donde se difundió extensamente, gracias a ello el aloe goza hoy de una merecidísima buena fama en el mundo musulmán. Al mismo tiempo, en el imperio romano surge la figura de Plinio el Viejo (23-79 d. de C.), autor de un extenso tratado titulado “Naturales Historia”, donde recoge y amplía muchas de las recetas de Dioscórides.
Con la llegada del cristianismo, las sagradas escrituras citan de nuevo el aloe a través de San Juan (Jn 19, 39-40), donde se dice que Nicodemo utilizo una mezcla de aloe y mirra para embalsamar el cuerpo de Jesús.
Durante la Edad Media, y bajo el dominio musulmán, existían en Al- Andalus grandes plantaciones de aloes, a ellos debemos la difusión de la planta en EUROPA. Fueron los árabes los que comenzaron a comercializar la planta, se cree que el nombre de la planta es de origen árabe y hace mención a su sabor amargo (aloe, alloeh, significa "amargo" en árabe) y especialmente en España y la cuenca mediterránea, donde se impuso además como planta ornamental.
Se creía que habían sido los franciscanos españoles quienes lo introdujeron en AMERICA LATINA, donde es conocida comúnmente como penca de zábila muy utilizada en medicina, pero se dice que Colón, en sus viajes a América, observó como utilizaban el aloe en distintas islas del CARIBE parar curar ampollas, heridas y picaduras de insectos: “Cuatro son los alimentos que resultan indispensables para el bienestar del hombre: el trigo, la uva, la oliva y el aloe. El primero lo alimenta, el segundo le vanta su ánimo, el tercero le aporta armonía y el cuarto lo cura” (Cristóbal Colón, 1451-1506).
Esto demuestra que el aloe existía también en el continente americano y no llegó allí con la conquista, como se afirmaba.
El aloe forma parte de las tradiciones indígenas americanas, se conocía desde tiempos inmemoriales y tenía una gran importancia curativa y espiritual, tanto para los indios que habitaban el centro de MEXICO como para la civilización Maya, Quienes la consideraba una planta sagrada, hasta el punto de que aún hoy se utiliza el aloe en muchos hogares y comercios mexicanos como símbolo de buena suerte, hoy día México se proyecta como el principal productor de aloe vera debido a su clima propicio para ser cosechado durante todo el año.
Sin embargo, tras la conquista de América, fueron los jesuitas españoles los que más contribuyeron a su expansión por todo el continente, llevaron el conocimiento del aloe a los distintos lugares de América donde establecían sus misiones, de esta manera extendieron su cultivo y utilización por todo el continente.
No obstante, durante el Renacimiento cayó casi en desuso y su consumo se ciñó al polvo concentrado que, proveniente de los países tropicales, se usaba como laxante, en Europa el aloe perdió su fama de planta curativa y en muchos casos sus virtudes se consideraron más un mito que algo real,
Este fenómeno fue básicamente europeo, pues en las costas mediterráneas, norte de África, Medio Oriente, América y la India siguió cultivándose y usándose profusamente. Durante la Segunda Guerra Mundial se redescubrió el valor terapéutico del aloe para curar las heridas de los soldados quizás tomando como referencia que según la historia, el filósofo Aristóteles persuadió a Alejandro Magno para que conquistara la isla de Sócrotora, con el propósito de obtener suficiente cantidad de aloe para la curación de las heridas de sus soldados.
El aloe recobró su popularidad y se recuperaron muchas de las aplicaciones perdidas durante la Edad Media y el Renacimiento, diversos estudios realizados principalmente en ESTADOS UNIDOS, (principal consumidor de aloe vera en el mundo y donde es hoy una de las hierbas mas populares), demostraron las propiedades curativas del aloe en dolencias tales como úlceras, eczemas, quemaduras y un amplio abanico de enfermedades cutáneas, actualmente se sigue investigando con el propósito de encontrar la cura para enfermedades de carácter mas severo como el VIH y el Cáncer.
En la década de los sesenta se pudo demostrar científicamente que el aloe inhibía el desarrollo de gran variedad de microbios causantes de diversos tipos de infecciones; en JAPON se demostraron sus propiedades antiinflamatorias, curiosamente allí es llamada en la terminología popular “matamédico” por que dicen que cura todo.
Gracias a tantas investigaciones y testimonios científicos alrededor del mundo, se comprobó la extraordinaria eficacia de esta planta para curar y se masificó su uso creando toda una industria a partir de esta magnifica planta, bien llamada “La planta de la inmortalidad”